En
la última asamblea diocesana
tuvimos experiencias positivas
mezcladas con alguna no tan positiva….
El
trabajo estaba pensado sobre el clásico e importante esquema ver, analizar (lo
que también se llama juzgar) y actuar
En
las dos primeras partes de la asamblea, gracias especialmente a los
aportes de los ponentes se tuvo un
diálogo esclarecedor sobre la realidad y
los enfoques de la pastoral diocesana.
El problema surgió, como muchas veces
sucede, al dar el paso a la tercera
parte. Cuando se trataba de bajar a
tierra lo que se había planeado anteriormente .. Empleamos la palabra planear pensando en los planeadores, esos avioncitos
deportivos sin motor que flotan en el aire aprovechando las corrientes
de aire. Pero los planeadores al fin
aterrizan. La pregunta es si allí en la
asamblea se aterrizó, o si se dará el aterrizaje en las zonas de la diócesis y las parroquias
Por
lo que pudimos ver en el grupo al que
asistimos y por lo que otros
participantes dijeron, parece que cuando se trataba de poner en práctica las respuestas a lo que se había visto y analizado, al planeador le constaba
tomar tierra y seguía flotando.
Parece
que se confunde el compromiso de acción con las buenas intenciones.
Pongamos un ejemplo.
Si
se ha hablado sobre la realidad de la
pastoral social y se han visto los problemas
de la pobreza en la diócesis, tanto estructural como de personas concretas... Si se han analizado
las causas y posibilidades de responder… llega el tiempo de ACTUAR.
Si
cuando se habla de actuar se dice: “hay
que tener más atención por los pobres”,
“hay que preocuparse por el hambre de los niños” “Hay que ocuparse de
los sin-techo”… hay que… hay que… Si nos quedamos así no podemos decir que hemos llegado al “actuar”. Hemos tenido
buenas intenciones; lo que no es igual
si,
dando un paso más, comentamos: “existe una casa en tal lugar que podría servir para acoger a personas marginadas y facilitarles comida y descanso”… Eso todavía no es actuar,. Eso es
planificar. Lo que está bien.
Hace falta para el paso siguiente
Pero
si se concretiza:” Entonces los miembros de tal parroquia que
está cerca de la casa, y
concretamente el P. X… o los
señores don… y doña…. El martes que
viene por la mañana van a hablar con
las personas responsables de esa casa y vamos a intentar
que dentro de un mes la casa
esté en funcionamiento”. “Del
funcionamiento se van a ocupar cuatro personas que son …….. (aquí los
nombres …) que se comprometen y dan su asentimiento…”.
Entonces sí, ya
hemos llegado al compromiso de la
acción. Claro, hay que procurar que eso
no sean solo palabras. Exige que el martes propuesto los indicados se pongan en movimiento y que
se llegue dentro de un mes a que la casa este funcionando de verdad. Luego, al cabo de algún tiempo, hará falta
que se vuelva a VER la marcha de la situación, se ANALICE y se
decidan las acciones que se
necesitan para que siga mejorando esa ACCION.
Estas
reflexiones son comentario a la asamblea diocesana, pero son mucho más
importantes cuando se reflexiona en las zonas pastorales y las comunidades parroquiales. Allí es mucho más necesario VER la realidad,
ANALIZARLA a la luz del Evangelio y al llegar a proponerse una acción dar los tres pasos :
Una
visión de las actitudes, las buenas intenciones que la realidad
nos pide; una planificación de lo que hay que hacer y un compromiso de
ACCION CONCRETO para ponerlo
práctica
Veamos
cómo realizarlo en zonas
y comunidades
El fallo de nuestra vida personal y comunitaria
está en que con frecuencia vemos y
comentamos lo mal que está el mundo o
alguna situación. analizamos qué
respuesta teníamos que dar pero ahí nos
quedamos, platicando y planeando sin aterrizar.
Me
parece que es un tema a reflexionar para
a procurar en nuestras reuniones no
limitarnos a VER y ANALIZAR, lo que es
muy necesario sino, después procurar
ATERR-ACTUAR.
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