“Yo vine para
que tengan vida y la tengan en abundancia”
(Jn 10,10)
En coherencia con
nuestro compromiso para que nuestros pueblos en Cristo tengan vida, la
Conferencia Episcopal de Guatemala desea expresar públicamente sus
preocupaciones ante hechos del acontecer nacional que merecen un juicio ético
desde el Evangelio de Jesús.
Realidades actuales
que NOS preocupan
•
La migración
hacia el norte sigue siendo un fenómeno incontenible. Se agrava más porque en los últimos dos o
tres años involucra a menores de edad que son enviados desde acá por sus
familiares, que parten en busca de sus padres que están indocumentados o que
huyen de la violencia en sus lugares de origen y a veces en sus mismos
hogares. La migración refleja la
búsqueda de oportunidades que aquí no se encuentran, el deseo de trabajar para
sostener a la familia y el deseo de reunificación familiar. Cruzar México se ha
vuelto cada vez más peligroso y la actuación de muchas autoridades migratorias
y de seguridad deja mucho que desear. Ello sin embargo no disuade a la
población, especialmente a la joven y masculina, de seguir intentándolo. La
migración es una radiografía de nuestras carencias, de la penetración del
crimen organizado en amplios sectores de la geografía nacional, del incremento
de mafias criminales que lucran con el tráfico de personas y de la falta de
oportunidades. La reforma migratoria en
USA no se inclina a favorecer la migración sino a restringirla. La migración solo disminuiría si en el país
crecieran las oportunidades de ingreso, se facilitara mayor inversión de
capital y se dieran políticas públicas orientadas no solo al gasto público, al
derroche clientelar o a la corrupción pura y dura sino al favorecimiento de
generación de empleos productivos.
•
El desempleo crece
ya que el grueso de la población joven se suma a la población desempleada o sub
empleada. Los datos apuntan a que solo una pequeña minoría consigue empleo
formal. El resto de nuestra juventud enfrenta el dilema de la migración, la
informalidad o el crimen como estrategias de sobrevivencia. Si bien el salario
mínimo es de los más altos en relación con otros países de la región, no
siempre se cumple con él, especialmente en el mundo campesino, obrero e
indígena. Además el costo de la canasta
básica sube y el salario no es suficiente para sostener con dignidad a las
familias. En el mundo rural el sueldo mínimo es pagado solo en una minoría de
casos. Pero el fenómeno refleja, más que la existencia de algunos patronos sin
escrúpulos, la realidad de pequeños talleres y comercios en que muchos
empleados son parientes o vecinos del dueño que, enfrentado a tener que pagar
un sueldo mínimo debería cerrar y destruirse así muchos miles de malos empleos,
pero empleos al fin. En esa dirección hay una propuesta de que el salario
mínimo lo fijen por municipalidades. Lamentablemente las maquilas, que son una
fuente considerable de trabajo, muchas veces fallan en la consideración de la
dignidad de los trabajadores.
•
La violencia
persiste, es un drama cotidiano que nos desangra y que nos deshumaniza. Se muestra así la enorme debilidad del Estado
en todo el sistema de justicia y la falta de respeto al Estado por parte de quienes infringen gravemente la
ley. La economía del crimen crece sin cesar, genera más empleos que la mayoría
de sectores productivos y corrompe profundamente a nuestra juventud.
•
La electricidad generada por hidroeléctricas es más amigable con el ambiente y más barata que la
producida con combustibles. Somos un país con abundantes recursos hidráulicos y
explotarlos racionalmente con vistas al bien común y al abaratamiento de la
electricidad es necesario. Es importante sin embargo que las comunidades
aledañas no vean a las hidroeléctricas como enemigas. Para ello se requiere un
trabajo de sensibilización, de proveer de información adecuada a las mismas
comunidades, de otorgar beneficios locales proporcionados pero también es necesario rechazar acciones violentas por
parte de grupos infiltrados en las comunidades a quienes lo que menos les
interesa es el bien común aunque a veces se arroguen el derecho a hablar por
las comunidades y a manipularlas. El papel del Estado en la mediación,
información, arbitraje de conflictos y aplicación de la ley es imprescindible
en este horizonte.
•
Un asunto de graves consecuencias pues afecta la salud
de los guatemaltecos es la problemática
del alto costo de las medicinas y su
acceso a la mayor parte de la gente.
Guatemala es uno de los países con medicinas más caras en el mundo. En
viajes al exterior hemos observado medicinas no genéricas, con los mismos
nombres comerciales que tienen en Guatemala y con costos 5 o 6 veces inferiores
a los nuestros. Abaratar a niveles de mercado las medicinas parece una demanda
razonable y denunciar la manipulación de precios y los oligopolios es también
justo.
•
Persisten dudas muy serias sobre las concesiones mineras en el país. El Estado debe velar para que todo proyecto
de explotación minera esté al servicio del desarrollo de la población. La
explotación de recursos no renovables debe tener como resultado beneficios
perdurables para el país. Algunas concesiones se han dado con estudios de
impacto ambiental poco serios y de dudosa calidad técnica. No se han respetado
las consultas comunitarias que con grandes esfuerzos hacen las comunidades
mientras el Estado no los apoya. No se
atiende tampoco a recomendaciones de los estudios hechos sin ánimo de lucro.
Hay serias dificultades para abordar la problemática minera en un marco que
tenga el bien común del país como horizonte último.
•
En el ámbito de lo legal, denunciamos el abuso de los amparos como estrategia
para dilatar o enredar sentencias, con la secuela de injusticias contra gente
inocente. Justicia retardada e
incumplida es lo que más vemos contra el aforismo legal de que la justicia ha
de ser pronta y cumplida.
Principales
sugerencias de acción:
•
Creemos importante el establecimiento de un diálogo
nacional que busque alcanzar consensos en temas de fondo y que tenga el
suficiente músculo político para enfrentar con acciones algunos de los
problemas de fondo ya señalados.
•
Poner atención a una nueva ley de minería y de
hidroeléctricas, que responda, en primer lugar, al bien común nacional, que
atienda en lo posible a las demandas locales y juzgue, con nacionalismo, a los intereses del capital transnacional, de
los consorcios y de los políticos.
•
Nuevas y eficientes políticas en favor de un sistema
integral de salud para todos los ciudadanos, que como consecuencia logren el
acceso a medicamentos y control de los precios cuando sabemos que las medicinas
en Guatemala son mucho más caras que en países vecinos.
•
Debe entenderse que debido a las secuelas de los años
de guerra y del papel del ejército en esos años, las poblaciones no aceptan con
serenidad la presencia de efectivos del ejército y su control sobre los
conflictos. También los líderes locales de comunidades que enardecen hacia la
violencia a sus seguidores deben entender su grave responsabilidad al respecto
y las consecuencias de sus incitaciones.
•
Afinar y mejorar los mecanismos de consulta y diálogo
que se requieren para ser eficaces ante los conflictos crecientes y
crecientemente violentos.
•
Redoblar esfuerzos para promover la creación de puestos
de trabajo es urgente pero ello evidentemente requiere de una mayor injerencia
del Estado en la promoción pero también en el control y la defensa de las inversiones
que son las únicas que pueden generar empleos productivos. Crear empleos
incrementando el gasto público no es solución de país aunque es comprensible
tentación local o gremial en muchas ocasiones.
Con Esperanza y
Alegría:
Las preocupaciones
que surgen ante las grandes dificultades que hemos de afrontar como cristianos
y como guatemaltecos no han de quitarnos nunca la Esperanza ni la Alegría a las
que el Papa Francisco nos está invitando constantemente. Que María, cuyo espíritu se alegra en Dios su
Salvador, acompañe y anime siempre nuestro compromiso.
Guatemala de la
Asunción, 1 de julio de 2014
?Rodolfo Valenzuela Núñez
Obispo de la Verapaz
Presidente de la CEG
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?Domingo Buezo Leiva
Obispo Vicario de Izabal
Secretario
General de la CEG
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